APROXIMACIÓN.
En la Semana Santa de Córdoba hacen estación de penitencia más de treinta cofradías, que ocupan todos los días de la Semana Mayor, excepto el Sábado Santo. Estas hermandades suman aproximadamente 20.000 miembros, pero solo unos 7.000 entre nazarenos y costaleros, forman parte de las comitivas penitenciales. Las hermandades y cofradías -ambos términos son sinónimos en la práctica, si bien el primero de ellos se refiere especialmente al colectivo humano, y el segundo se reserva para el cortejo procesional- están viviendo en Córdoba una época de auge y crecimiento, con fundación de algunas nuevas o renovación e incremento del patrimonio artístico en otras.
Más que las formas procesionales, lo que ofrece un sello peculiar e irrepetible a la Semana Santa de Córdoba es la propia ciudad, su arquitectura, sus calles, sus rincones y plazas, algunas tal vez no muy conocidas por el turismo, pero de indudable sabor artístico y popular. Rincones con un sabor muy especial en la Semana Santa hay varios; uno de ellos, la Calle San Fernando o "de la Feria", ceñida en todo su recorrido por dos hileras de naranjos que esa época del año abren esplendentes su azahar, cuyo aroma, al unirse con los del incienso y la cera derretida, provoca un especial cúmulo de sensaciones primaverales; en la calle de la Feria, habrá que ver el Domingo de Ramos a la Oración del Huerto, o al Cristo de la Caridad, seguido por los legionarios, el Jueves Santo. Otro lugar neurálgico de la Semana Santa es la Parroquia de San Lorenzo, la más bella y mejor conservada iglesia medieval de Córdoba.
La Plaza de Capuchinos, otro rincón típicamente cordobés, es testigo, cada año del contraste entre la blanca Hermandad de la Paz, fundada al final de la Guerra Civil, y las negras túnicas de los nazarenos de la Virgen de los Dolores, la más arraigada devoción a la Virgen Dolorosa en Córdoba. Pero hay tantos lugares que en Semana Santa se ven distintos o cobran perspectivas inéditas, que lo mejor es verla toda, de principio a fín, sin prisas.
Por sus aspectos religiosos, artísticos y populares, la Semana Santa cordobesa merece ser conocida.
SIMBOLISMO.
Cuando un espectador neutral contempla el paso de una cofradía por nuestras calles, podrá sentir emoción o despego, pero nunca indiferencia; podrá compartir o no el mensaje profundo que la plástica procesional quiere transmitirle, pero difícilmente llegará a abarcar, a captar este mensaje en todo su abanico de matices, en toda su conjunción de las más variadas artes. Cuando vemos un paso en la calle tenemos ante nosotros el fruto acabado de muchos esfuerzos y trabajos individuales,cada uno de los cuales ha puesto algo de su parte para situar ante los ojos del espectador una obra perfecta.
La estética procesional de la Semana Santa andaluza es eminentemente sensorial, es decir, está concebida para hacer sentir, para que los sentidos se entreguen al espectáculo que se les ofrece; de los cinco sentidos que tradicionalmente se dice que son las puertas del alma, ninguno es olvidado por esta estética; en un grado u otro tienen que hacernos saber que estamos en Semana Santa.