DATOS HISTÓRICOS

El 28 de enero de 1940, en una reunión celebrada en la parroquia de Santa Marina, el secretario de la comisión organizadora de la Hermandad de la Esperanza leyó el oficio, remitido por el Obispado, en virtud del cual quedaba canónicamente erigida la Cofradía y aprobados sus estatutos, a los que se dio lectura en dicha reunión. La mayoría de sus primeros cofrades, aunque no de sus directivos, eran de raza gitana, lo que hizo que comenzara a conocérsela como la Hermandad de los Gitanos. La primera Virgen, que procesionó hasta 1946, era propiedad de uno de tales gitanos, que la cedía a la Hermandad para la estación de penitencia.

Los primeros años formó la procesión con un solo paso, el de Virgen, aunque la Hermandad tuviera como titular también a una futura imagen de Jesús con la advocación de la Sentencia. Cuando unos años más tarde, exactamente en 1954, se pudo contar con dicha imagen de Cristo, la Cofradía acordó modificar su título y cambiarlo por el de las Penas, al haberse fundado entretanto otra Hermandad de la Sentencia en la Parroquia de San Nicolás.

Al estar radicada en Santa Marina, el barrio de los toreros, han sido varios los matadores de toros vinculados a la Hermandad, entre ellos Calerito y Gabriel de la Haba Zurito. Tiene la Hermandad como hermano mayor honorario, desde 1945, al Colegio de Agentes Comerciales; pero es más conocida y estrecha la relación de la Cofradía con otra institución que ostenta el mismo nombramiento: la Guardia Civil.

En 1977 tuvo lugar un acontecimiento decisivo en la historia de esta Hermandad: su traslado a la parroquia de San Andrés, motivado por unas obras de restauración que forzaron el cierre al culto del templo de Santa Marina. Una vez terminadas dichas obras, la junta general de la Hermandad había acordado permanecer definitivamente en San Andrés, cuyo párroco -don Manuel Márquez González- había dado toda clase de facilidades, a lo que se añadió la posibilidad, inviable en Santa Marina, de que ambos pasos salieran de una iglesia. Pero razones diversas, ajenas a la voluntad de la Cofradía, han impedido que el traslado a San Andrés tenga carácter canónico y oficial.

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